miércoles, 23 de noviembre de 2016

Libro: Bolívar antiimperialista de: Francisco Pividal (extractos) Parte V BOLÍVAR FRENTE A LOS ESTADOS UNIDOS

En el Año Nuevo de 1817, Bolívar desembarca en Barcelona –Venezuela– procedente de su tercer destierro. Se propone desencadenar la guerra revolucionaria. Trae en mente la institucionalización del país. La ejecución de esta idea implicó un análisis profundo de los fracasos de la Primera y Segunda República: las masas populares no continuarían ausentes del proceso revolucionario; el desarrollo económico resultaba indispensable para el sostenimiento de las fuerzas revolucionarias.

Cambios en Venezuela

La lucha guerrillera había hecho como una especie de selección natural de los mejores. Las grandes masas del pueblo venezolano nutrían las filas de los combatientes. La nueva oficialidad provenía de cunas muy humildes. El color de la piel no impedía el ascenso a las más altas jerarquías militares. La guerra jamás se detuvo, pero la unidad no se había logrado. Se combatía en todo el país, pero Venezuela seguía siendo esclava. Pronto comprendió Bolívar su trabajo más arduo: reducir todas las fuerzas revolucionarias a un mando político militar único e indiscutible. La tarea no era fácil frente a caudillos locales como Páez, Piar, Mariño, Arismendi, Bermúdez, etcétera.

Institucionalización revolucionaria
Con el año de 1817, comienza la organización revolucionaria en lo militar, en lo político y en lo civil, de lo que habrá de ser la Tercera República. ¡Todo bajo las orientaciones del Libertador!

Mediante el decreto firmado en Angostura (30 de octubre), El Libertador echa las bases de la administración pública en plena guerra. Surge así, el Consejo de Estado, que “no puedo ser convocado ni presidido sino por el Jefe Supremo”, con funciones legislativas y cuyo dictamen “será oído y sus avisos tendrán la más grande influencia en las deliberaciones del Jefe Supremo”.

Bolívar comprende la necesidad de luchar junto a los guerrilleros del oriente venezolano y junto a los centauros de Páez, tiene que convivir con la tropa, de día y de  noche, en el triunfo y en la adversidad. Y así lo hace... Soporta el hambre, la fatiga y la sed, y puede rebasar las fiebres, las enfermedades y ¡hasta el atentado personal! Sobrepasa a cualquiera de los jefes e iguala a cualquiera de los soldados en cuanto a resistencia, valor y cabalgadura. Va conformándose el Bolívar guerrillero, en la misma medida que va quedando atrás el oficial mantuano.

El opresor simboliza la barbarie  el salvajismo y el atraso. El oprimido se identifica con la cultura, la educación popular y el progreso. Se agudiza el antagonismo de clases entre los explotadores y los explotados, entre poder tiránico y poder popular como gustaba proclamar al Libertador. La historia está llena de epopeyas. Cada choque de fuerzas genera una. Bolívar fue el protagonista de la más grande de su siglo: ¡La independencia del continente hispanoamericano!

La República de Florida
Cuando aún no había comenzado la institucionalización de Venezuela, surgieron, en el exterior, las primeras dificultades con los Estados Unidos, cuyos círculos gobernantes se dedicaron, desde época bien temprana, a obstaculizar el propósito integrador e independentista que alimentaba Simón Bolívar.

Las fuerzas armadas –navales y terrestres– de los Estados Unidos invadieron la Isla y ocuparon militarmente a Fernandina, capital de la República de Florida. La Isla, que hasta entonces había pertenecido a España, pasó a convertirse por la fuerza en una posesión de los Estados Unidos. En 1823, el mismo Monroe habría de proclamar: “América para los [norte] americanos”.

Consecuentes con esta política, expansionista y hegemónica, setenta y siete años después, y en esa misma Fernandina, las autoridades yanquis detuvieron los barcos (12 de diciembre de 1895) en lo que José Martí trasladaría para Cuba la expedición iniciadora de nuestra segunda epopeya bélica.

Dos veces, en menos de un siglo, los Estados Unidos sirvieron a la Corona española, paralizando, en ambas ocasiones, el desarrollo de una acción emancipadora, y contribuyendo a mantener en la esclavitud a los hijos de dos pueblos hermanos que luchaban por la independencia y la libertad: ¡Cuba y Venezuela!

Bolívar dio a Irvine el mismo tratamiento que los Estados Unidos dispensaron a Lino de Clemente: casi sin recibirlo, lo obligó a un duelo epistolar que duró desde el 29 de julio hasta el 1° de octubre de 1818.

Comienza por establecer los fundamentos de hecho y de derecho que amparan a la Venezuela revolucionaria. Demuestra que ella se ajusta a las Ordenanzas de Corso, establecidas por la misma España en 1796 “en presencia de toda la Europa y de los propios Estados Unidos del Norte”, y, desde entonces, vigente. Asegura, enfáticamente, que, tal actitud responde a la doctrina, leyes, prácticas y costumbres de la marina mercante de los Estados Unidos, a los principios del derecho de gentes y a las decisiones de los tribunales españoles y del almirantazgo británico.

A partir del incidente con los patriotas venezolanos, por la posesión de la Isla Amelia, los Estados Unidos apresuraron la adquisición de toda la Florida a fin de impedir nuevos intentos de ocupación. Sólo tardaron un año (1819) en recibirla de España, a cambio de hacerse cargo de un pasivo de cinco millones de dólares.