lunes, 11 de enero de 2016

LAS PULPERÍAS: PARADAS POPULARES Y ESPACIOS DE SOCIALIZACIÓN Por: Orlando Contreras / Alicia Herrera


La aparición de las pulperías en el territorio venezolano se remonta a la época colonial. Junto a la construcción de la cuadrícula se idearon especies de factorías comerciales —además de los cabildos, iglesias, plazas— para que los habitantes pudiesen adquirir los principales productos de consumo básico en la Provincia. Con el paso de los años, estos establecimientos se consolidarían como centros sociales importantes: alrededor de ellos giraba la comunicación política y cultural de la sociedad; era un lugar de intercambio. Segúnrelata el historiador Rafael Ramón Castellanos, entre los primeros vecinos de cada pueblo fundado debía haber un alguacil, un misionero y un pulpero, es decir la ley, la religión y la economía.

Un oficio útil

Las pulperías vinieron a ser en América lo que en Europa representaba el “Zoco” o mercado árabe, pero adaptándose a las necesidades particulares de cada región. Con la legislación indiana, el oficio de pulpero va adquiriendo más consistencia jurídica. Enefecto, la Instrucción de intendentes del Virreinato de la Nueva España, publicada en 1680, establece que toda persona podía ejercer este oficio; lo que no significaba, claro está, que un miembro de la clase criolla, esclavista y terrateniente deseara ejercerlo, pues este era visto en términos generales como una actividad “vil” e “indigna”. Por lo tanto, los pulperos procedían de las clases subalternas, aunquealgunos podían inclusive acumulargrandes fortunas y su influencia en la dinámica social podía ser más importante que cualquier otra. El pulpero fue eje fundamental de esos centros de abastecimiento propicios para el intercambio social.

Volviendo a la Instrucción, en el artículo 160 se estipula que a los “vasallos” que estuviesen involucrados en algún problema con la justicia se les reinsertaría al quehacer social como despachadores, bajo la supervisión de las autoridades reales. El ejercicio comercial más que subsistencia económica representaba la consolidación de un acto de “utilidad pública”. Este cuerpo de ley también decidía los sitios idóneos para la construcción deestos centros de primera necesidad, ofreciendo licencias reales para ello. Veremos cómo estas políticas que buscaban fomentar la economía provincial irradiarían su influencia en el resto de América. Venezuela no fue la excepción.

El despacho
La imagen interna de una tienda de esta naturaleza contenía un mostrador de tablas recubierto por una lámina de latón, una balanza de dos platillos de cobre y un juego de pesos. Se utilizaban rosetas de papel de diversos tamaños prestas para el despacho y un machete para picar los centavos de papelón. Al fondo del local existía un enrejado de tablas donde se encontraba el pequeño bar, desde allí se expendían botellas de aguardiente barato, caña blanca, pasita, yerbabuena y otros licores, en su mayoría autóctonos.

Se ofrecían al público productos no perecederos como la sal, el arroz, la azúcar, la manteca, el aceite, etc. También se vendían aceitunas, quesos, jamones, mantequillas, papelón; aparte de las legumbres, frutas y hortalizas. No podían faltar las bebidas alcohólicas,unas de origen ibérico, otras detradición indígena venezolana. En el mostrador se podía encontrar también mercadería de uso diario como jabón, velas, hilo, agujas, escobas, canastas, alpargatas, sombreros, tabaco, cacaoy chimó, entre otros.

El centro de la opinión
Las pulperías eran el sitio obligado para la tertulia o la charla diaria. Ejercían un poder gravitacional en todo lo referente a las informaciones del quehacer regional y nacional. Por eso eran vasos comunicantes, centros receptores y emisores de lenguajes. Ya sea en la charla, en la partida de cartas o en los tragos, la vivencia del discurso dentro del abastecimiento llevaba consigo la confidencia, el rumor, la opinión: intercambio de posturas políticas, religiosas, culturales. Sin embargo, como sucede en estos ámbitos, la mezcla de opinión y de alcohol podía terminar en malos términos. Así lo encontramos reseñado en un documento de 1799, donde José Bernardo Asteguieta, alcalde de Crimen de la Real Audiencia de Caracas, informa que en La Candelaria había varias pulperías que irrespetaban el horario de venta de licores, además de violar las normas para los juegos de envite y azar. Cuando los sujetos empezaban a sentir la embriaguez venían los improperios a Dios y otras barbaridades. Todo esto resultaba, según el informe, en grandes escándalos públicos. Asteguieta refiere que en estos locales no se acataban los Bandos de Buen Gobierno estipulados para respetar la “moral y las buenas costumbres”; por lo tanto, decide multar con 25 pesos a los propietarios involucrados. En variasoportunidades la corona española llegó a impedir la venta de licores fabricados con productos indígenas, para favorecer los suyos; pero también decidió prohibirlos todos por razones obvias: las trifulcascotidianas.

El “centro de decisiones”
Aunque parezca incongruente, durante el período de la guerra de  Independencia las pulperías se multiplicaron, pues eran un lugar de mucha importancia para el abastecimiento necesario de las tropas y de la población. En el librode actas del Cabildo Metropolitano de Caracas de 1810, se les exigía a los propietarios tener a disposición del gobierno 10 fanegas de maíz y 10 pesos de casabe que serían pagados por la Real Hacienda cuando el Estado los necesitara. En un estudio realizado por el investigador JayKinsbruner se nos informa que para 1809 existían en Caracas 112 pulperos y 118 pulperías registradas; seis años más tarde, la cifra aumentaba a 132 y 134, respectivamente.

El ensayista Mariano Picón Salas refiere: “Al lado de las múltiples mercancías que encerraban las viejas pulperías, se reunieronnuestros soldados libertadores a descansar y a comentar distintos aspectos de la dura jornada emancipadora. Sentados sobre destartalados taburetes, sillas de cuero, y en pacas de tabaco en rama, saborearon platos típicos, aromáticas bebidas (…).

Las pulperías posiblemente fueron, entre amena charla a la luz de un candil, centro de decisiones, en el duro quehacer militar de los forjadores de nuestra nacionalidad”. De algún modo en las pulperías se gestaba la futura sociedad venezolana.

LOS VIAJEROS OPINAN

La mayoría de los extranjeros que visitaron el país luego de la caída de la Gran Colombia relataron sus experiencias acerca de esta particular “industria”. Por ejemplo, el naturalista alemán Karl F. Appun, en su obra En los trópicos, señalaría que estas servían, no sin riesgos y limitaciones, comositio de alojamiento. Allí la hamaca o el chinchorro esperaban para reanimar a los viajeros hasta el día siguiente. Aparte del descanso, la pulpería era un espacio para el refrescamiento del alma con el agua de panela y otros “caratos”. El geógrafo alemán Wilhelm Sievers afirmaba que “eran como la arena en el mar”, porque brindaban el oxígeno de una estimulante parada.

EL GENIO POPULAR
Es natural para nosotros ver en las bodegas, abastos y quincallas los famosos anuncios con curiosas sentencias ligadas al acto del  vender, esto es, acerca de la puntualidad del pago o la responsabilidad del comprador, entre otras. Tales carteles han pasado a ser una vitrina donde se puntualizan valores de convivencia humana, expresados con el genio de lo popular. Desde la colonia nos ha llegado este verso por demás ilustrativo: “Hoy no fío, mañana sí / El que fía salió a cobrar / Si doy pierdo la ganancia de hoy / Si fio doy lo que no es mío / Si presto me hacen un gesto / Y para evitar esto ni doy, ni fío, ni presto”. >Castellanos, Rafael Ramón, Historia de las pulperías en Venezuela. Editorial Cabildo, 1988.

PROHIBIDO EL ALCOHOL

En un documento del año 1806, varias mujeres de origen pardo protestan en contra de una orden emitida por el Tribunal de Justicia de Caracas, en la que se les prohibía vender en las pulperías caratos, agua de piña y otras bebidas. Esta disposición ilustra simplemente el perjuicio de las autoridades reales frente a la venta de licores criollos expedidos en los negocios ubicados en Caracas y otras zonas del territorio. Quien no cumpliera estas disposiciones legales, podía sufrir penas de cárcel. > Academia Nacional de la Historia, Sección Civiles, t. 6238, exp. 2, 1806.