El proceso dialéctico resulta del incremento de la individuación y de la creciente libertad del individuo. El niño se vuelve más libre para desarrollar y expresar su propia individualidad sin los estorbos debidos a los vínculos que le limitaban. Pero al mismo tiempo, el niño también se libera de un mundo que le otorgaba seguridad y confianza. La individuación es un proceso que implica el crecimiento de la fuerza y de la integración de la personalidad individual, pero es al mismo tiempo un proceso en el cual se pierde la originaria identidad con los otros y por el que el niño se separa de los demás.
"El instinto es una categoría que va disminuyendo, si no desapareciendo, en las formas zoológicas superiores, especialmente en la humana". La existencia humana y la libertad son inseparables desde un principio. Tiene que enfrentar todos los peligros y temores debido a esa carencia del aparato instintivo. Y, sin embargo, este mismo desamparo constituye la fuente de la que brota el desarrollo humano; la debilidad biológica del hombre es la condición de la cultura humana.
El mito bíblico de la expulsión del hombre del Paraíso se produce por obrar contra las órdenes de Dios que significa libertarse de la coerción; cometer un pecado, es, en su aspecto positivo humano el primer acto de libertad, es decir, el primer acto humano. El acto de desobediencia, como acto de libertad, es el comienzo de la razón. Una vez cortados los vínculos primarios, ya no es posible volverlos a unir. Hay tan sólo una solución creadora posible que pueda fundamentar las relaciones entre el hombre individualizado y el mundo: su solidaridad activa con todos los hombres, y su actividad, trabajo y amor espontáneos, capaces de volverlo a unir con el mundo.
