lunes, 14 de septiembre de 2015

Entrevista a MIGUEL IZARD: "LOS EUROPEOS TIENEN LA ENORME CAPACIDAD DE NO APRENDER NADA DE AMÉRICA"

Miguel Izard es un disidente de la "historia sagrada". Nació y vivió en Cataluña hasta que completó sus estudios de historia. En la década del cincuenta, durante la dictadura de Francisco Franco, abandonó su ciudad natal porque estaba convencido que en ese ambiente de "carcamales" franquistas no aprendería nada más de su oficio. Se estableció en Venezuela en la década de los 70, época a partir de la cual desarrolló una importante obra sobre diversos temas de nuestra historia. Merecen especial mención los que versan sobre los llaneros y las sociedades cimarronas de la guerra de independencia, sobre todo por su enfoque novedoso y reivindicativo: el cimarronaje ya no era una asociación de vagos, maleantes y borrachos, sino una estructura social de resistencia. Europa corre en su sangre y América palpita en su pecho. Aprovechando su visita a Venezuela para dictar el seminario “Sociedades Cimarronas”, organizado por el Centro Nacional de Historia, consultamos a este disidente sobre su especialidad: romper con la "historia sagrada", que es como llama a los episodios inmortalizados por la historia oficial o tradicional.

Uno de los propósitos del Centro Nacional de Historia es suscitar nuevas opciones de indagación histórica que recuperen la memoria y el pasado de las mayorías. ¿Cuáles miradas y perspectivas historiográficas podrían allanar el camino a la aproximación histórica de esas mayorías?
Hay corrientes historiográficas que no sirven para nada (…) Hay otras corrientes históricas que tienen algo más o menos aprovechable. Yo creo que se puede obtener información, orientación y pistasde un sinfín de historiadores y de científicos sociales. Unos te aportan más, otros te aportan menos, otros te abren puertas y te abren ventanas si tú no estás encorsetado por una orientación ideológica que te impida recibir nuevas influencias (…) Otra cosa que para mí ha sido muy importante ha sido acercarme a otras ramas que no son exactamente la Historia, como la Antropología (...) Hay personas de las cuales nunca aprenderás nada, no tienen nada que enseñar, pero puedes aprender mucho de un campesino si te interesa la historia agraria. Yo aprendí mucho hablando con llaneros en Apure, de repente me planteaban cosas que nunca se me habían ocurrido y que para ellos estaban en su cotidianidad. 

Usted tiene experiencia en el trabajo con los llaneros.
Es bueno no olvidar que con demasiada frecuencia se ha dado por sentado que la historia del país es la historia de la capital, en algunos momentos esto llega a ser grotesco (…) ¿Quién se ha interesado por los andinos, por los llaneros, por los orientales? ¡Nadie! Para mí fue un descubrimiento extraordinario  darme cuenta de que en la Historia de Venezuela siempre habían jugado un papel preponderante los llaneros,¡y no aparecen! Pero tampoco aparecen las mujeres, ni los viejos, ni los chamos. Es la historia de unos cuantos varones que llevan bigotes, son blanquitos y mandan. Si el pueblo de Caracas es olvidado en la “historia sagrada”, el pueblo llanero no es que es olvidado, es que ni se les ocurre que tenga algún papel.

En la historiografía se desata una suerte de criminalización de todos los gestos de insumisión popular durante el siglo XIX, la cual termina por calificar de reaccionarios a los movimientos populares.

Es algo que ocurre en todo el mundo occidental. Aparece un grupo de personas muy minoritario con un discurso liberal que no se cuestiona jamás: “nosotros somos liberales y somos el progreso”, por tanto, cualquier persona que se opone al progreso es un reaccionario. Lo mismo puede calificar de reaccionario a un sacerdote que tiene un discurso muy reaccionario, como a unos campesinos que hablan de reforma agraria (…). En Venezuela y en América Latina a cualquiera lo pueden calificar de realista si se opone a las ideas de los libertadores, pero un momento: las ideas de los libertadores no eran quizá las que deseaba todo el pueblo, sobre todo la mayoría del pueblo. No es que el pueblo pensara que la época colonial era mejor, es que sabía que lo que venía era peor que la época colonial.

En Venezuela se instaló la idea de una sociedad igualitaria en la cual no existían separaciones ni antagonismos raciales. Pero en los últimos años los signos de la sociedad racista se han manifestado en el discurso mediático, poniendo en evidencia la existencia de diferencias socio-raciales muy fuertes en nuestro país.

Creo que eso se puso en evidencia a raíz del Caracazo, ese discurso de que todos somos iguales. Aquí te decían “cualquier venezolano puede llegar a la presidencia de la República”. Yo se lo he oído decir y se lo he leído a gente de la Academia Nacional de la Historia: “Venezuela es la democracia por antonomasia porque cualquiera puede ser Presidente de la República” (...). Son esos discursos que se van repitiendo hasta que ocurre algo que pone en evidencia que no es verdad. (...) Hasta hace poco en Venezuela se decía que no había racismo (…). Esto es el discurso de la tolerancia, de la igualdad, de la libertad que siempre se cae al piso cuando ocurre un fenómeno. Yo creo que en el caso de Venezuela, El Caracazo es el acontecimiento que pone en evidencia que no todos los venezolanos son iguales: unos asesinan y otros son asesinados. Hay algo curioso, en Madrid yo he oído a Guillermo Morón decir delante de muchas personas que en Caracas “por un muerto que hubo se ha armando tremendo papelón”. Imagínate, con lo que pasó aquí cuando El Caracazo y Guillermo Morón dijo que hubo un muerto (…).

¿Cómo ha avanzado el diálogo y la comprensión entre América y Europa?

Le agradezco la pregunta porque yo acabé dando en España, cuando regresé de Venezuela, clases de Historia de América, que no era lo que yo tenía previsto. Cada vez me entusiasmé más explicando historia de América, y no me importa reconocer que conseguí entusiasmar con el pasado americano a mucha gente. Algo que yo repetía constantemente era que cuando los europeos llegan a América en 1492, tienen la enorme capacidad de no aprender nada de los americanos, nada, nada. De las culturas más sofisticadas habrían podido aprender aritmética, matemática, agricultura, las formas de cultura en el mundo azteca o en el mundo maya. Habrían podido aprender de la medicina de los aztecas: Hernán Cortés habría muerto por culpa de una flecha si la medicina azteca no lo hubiera salvado. Creo que esto se va a repetir constantemente. Cuando los europeos han ido conquistando el mundo -Asia, África, América jamás han sabido entender que de las otras culturas había algo que les podía resultar, y me temo que eso sigue pasando en la actualidad (…).

RASGANDO EL CORSÉ DE LA “HISTORIA SAGRADA”
¿Cómo evalúa el panorama actual de la historiografía venezolana?
Yo tenía la impresión de que en Venezuela las escuelas de historia habían ido declinando muchísimo, tanto en la Universidad de Los Andes como en la Universidad Central de Venezuela (…). Por las noticias que en España he tenido del Centro Nacional de Historia, tengo la impresión de que a nivel de historiografía por primera vez se está intentando rasgar esta especie de corsé que en cualquier país es la “historia sagrada”, que impide averiguar algunas cosas interesantes del pasado (…). Lo que ocurrió no lo sabremos jamás, pero podemos intentar elaborar una interpretación del pasado que sea un poco más próxima a lo que ocurrió (…). Lo mismo que realizar un mapa del pasado que no esté centrado en solamente 4 piezas que son el rey y la reina, sería interesante saber qué hicieron los peones, los alfiles, las torres y los caballos, e intentar recuperar el panorama más amplio posible.

¿Qué ha permitido que en Venezuela se intenten rasgar las vestiduras de eso que usted llama “historia sagrada”?

El intento de crear una nueva institución que esté desvinculada de esta historia académica tan inútil. ¿De qué sirve escribir sobre Felipe II si ya lo sabemos todo? Esta historia inútil sólo sirve para que cobren los profesores que la imparten y para que los alumnos, no solamente de las escuelas de historia sino también los de bachillerato, sean martirizados con una interpretación del pasado que no sirve para nada. Los obligan a aprenderse una cosa de memoria, que se la aprenden porque ellos saben que para pasar al siguiente curso tienen que aprendérsela. Afortunadamente, la mayoría de los muchachos y muchachas la olvidan. No es algo que les enriquece cultural o personalmente, sino que es un aspecto más de una carrera de obstáculos que es la enseñanza (…).

PARA LEER Y CONOCER MÁS DE  MIGUEL IZARD:
La Venezuela del café vista por los viajeros del siglo XIX. Caracas, Fundación John Boulton, 1969.
Series estadísticas para la historia de Venezuela. Mérida, Venezuela, Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, 1970.
Contrabandistas, comerciantes e ilustrados. Barcelona, España, Universidad de Barcelona, 1978.
Tanto pelear para terminar conversando: el caudillismo en Venezuela. Torino, Giulio EinaudiEditore, 1979.
Ni cuatreros ni montoneros, llaneros. Barcelona, España, Universidad de Barcelona, Facultad de Geografía e Historia, Sección de Historia de América, 1981.
Tierra firme: historia de Venezuela y Colombia. Madrid, Alianza, 1987.
El poder, la mentira y la muerte: de El Amparo al Caracazo. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, 1991.
Conquista y resistencia en la historia de América. Barcelona, España, Universidad de Barcelona, 1992.
El miedo a la revolución: la lucha por la libertad en Venezuela, 1777- 1830. Caracas, Fundación Centro Nacional de Historia, 2009.
Entrevista extraída de la Revista Memorias de Venezuela No.10