viernes, 18 de septiembre de 2015

Inmigración Europea en Venezuela Por: Carlos Romero Bermúdez EXtraído de Revista Memorias de Venezuela No. 30

Desde sus orígenes, el territorio venezolano ha sido poblado por inmigrantes de diferentes latitudes. Desde  la colonización española, distintos grupos de europeos y africanos comenzaron a habitar el territorio ya ocupado por diversos grupos indígenas originarios. A fines del siglo XIX, comerciantes e industriales alemanes, franceses e ingleses fueron atraídos al país por los ideales de progreso de la Nueva República. Durante el período de las guerras mundiales, otros contingentes europeos –españoles, portugueses e italianos–, hicieron de Venezuela su nuevo hogar. Al igual, a finales del siglo XX por razones económicas y políticas, numerosos grupos latinoamericanos se vieron en la necesidad de migrar, lo que ha enriquecido aún más nuestra compleja diversidad cultural y étnica.

A pesar de que la inmigración europea de principios del siglo XX, según investigadores como Pellegrino, no fue tan numerosa comose pensó en un principio, se hicieron plantar en la memoria de la oligarquía venezolana como inmigrantes “exóticos”; es decir, se desarrolló sobre ellos una visión de “extranjeros” que durante las décadas siguientes tuvo una fuerte influencia en la configuración del pensamiento venezolano, tanto en los sectores dominantes como en las creencias e imágenes populares.

Fue durante el gobierno de Juan Vicente Gómez cuando los extranjeros se convirtieron en un elemento fundamental en la perspectiva del país, especialmente en los primeros años de la expansión petrolera. Nunca historiador alguno consiguió escritos del dictador venezolano donde especificara su proyecto de gobierno en relación a los extranjeros; sin embargo, es evidente cómo en algunos de sus discursos políticos el tema de la inmigración europea era mencionado insistentemente.

La bienvenida, y el posterior hospedaje que le daba el gobierno gomecista a los inmigrantes europeos, era en realidad bastante ventajosa.

Incluso, ya para 1918, existían en el país dos leyes de inmigración y colonización que explicitaban el rol del extranjero dentro de nuestras fronteras. Era tanta la importancia que se les daba a los inmigrantes europeos en nuestro país, que ya en estas dos leyes estaba contemplada una junta central de inmigración que tenía como objetivo realizar una especie de promoción de la inmigración en los países europeos.

Es importante destacar que la visión que se generó sobre el extranjero en Venezuela, es ostensiblemente diferente a la visión que desarrollaron otros países americanos sobre ellos; a este respecto, la doctora Adela Pellegrino nos comenta que esta diferencia se debe a que Venezuela recibió muy poca inmigración europea en comparación con otros países de la región, por lo que nuestro país desarrolló una visión del “extranjero” ligada a losagentes de casas comerciales o a la de otros inversionistas.

La idea del gobierno gomecista era clara: en Venezuela abundaban tierras fértiles y faltaban manos para labrarla, por tanto, es necesario traer hombres europeos para que aprovechen este don que nos da la naturaleza. Este tipo de reflexión no solo se sembró en el pensamiento del dictador venezolano, sino que también en gran parte de los presidentes latinoamericanos, a tal punto que para Pellegrino (1989), puede considerarse como una obsesión. A este respecto nos comenta la autora: “poblar era poblar con europeos, que eran los portadores del progreso”. La palabra “progreso” alude, en el imaginario popular, a una suerte de avance en relación a un precario estado de primitivismo y barbarie. El progreso, desde esta misma óptica, genera en algunos pensamientos una sensación de movilidad hacia un futuro próspero y de bienestar. De cierta manera, la idea de progreso se nospresenta como una síntesis del pasado yuna profecía del futuro. Pasado, presente y futuro se diluyen en una idea, y el tiempo fluye de modo unilineal.

En términos metodológicos, la idea de progreso transita en medio de los presente- pasado, presente-presente y presente futuro de los cuales nos habla Emanuele Amodio en su artículo “Extranjero en un país ajeno” (2005:12). En este sentido, la idea de progreso supone una valorización de la tendencia predominante del proceso histórico general. Es por ello que se asume que, de cierta forma, existe un proceso evolutivo de la sociedad en el que las últimas fases son superiores a las primeras.

La idea de progreso alcanzó su cenit en las primeras décadas del siglo pasado,tanto en la mentalidad popular como en los círculos intelectuales. De ser una de las ideas importantes de la civilización occidental pasó a convertirse en la idea dominante, incluso teniendo en cuenta la creciente importancia de preceptos como igualdad, justicia social y soberanía popular, que también fueron focos directricesdurante ese período. Pero el conceptode progreso es claramente central porque es el contexto en el que esas otras ideas viven y se desarrollan. De aquí en adelante el progreso será visto como una forma de libertad y también como una forma de poder. Como ideal político-económico, lleva a su lado otro concepto típico de la modernidad y de la modernización: el desarrollo.

Casi pares, estos conceptos se funden en uno solo y proporcionan la satisfacción de un futuro seguro. Para el positivismo de Comte, el progreso y el desarrollo no solo son dos conceptos similares sino además necesarios el uno para el otro, pues desde su óptica es inevitable que la humanidad mejore porque ese es el curso del proceso histórico. Lo más importante, dice Comte, “es el orden, la estabilidad y sobre todo la autoridad espiritual”. Para Iraida Vargas, la búsqueda de la modernidad en Venezuela supuso abandonar nuestros más arraigados valores y adoptar unas tradiciones europeas incongruentes con nuestra historia.

Este fin, nos dice la autora, no selogró de manera ingenua u objetiva; hubo, desde posturas oficiales, interés por generar una ideología que estigmatizara nuestro pasado; es decir, que propiciara una cierta manera de percibirnoscomo pueblo y que transformara nuestra cultura y, por ende, nuestro modo de vivir.

Esta construcción ideológica fue fuertemente difundida a principios del siglo XX por los intelectuales de los sectores dominantes de la época. Esta idea de la vergüenza étnica, poco a poco y por diferentes medios, empezó a generar adeptos, incluso mucho más rápido en los sectores más empobrecidos de la población que, cabe destacar, fenotípicamente representaban esos sujetos de los cuales la nueva ideología trataba de desligarse.

La legitimación del poder de los grupos dominantes fue desarrollada fundamentándose en la evolución histórica y, desde este punto de vista, como la continuidad del papel civilizador de los españoles llegados a América, solo que esta vez ese papel era desarrollado por la oligarquía venezolana.

LA DEBILIDAD NATURAL Y MORAL DE AMÉRICA:
Gil Fortoul, historiador y figura preponderante en la política gomecista, reproduce la idea de la Ilustración francesa del siglo XIX, inspirada en las tesis de De Buffon: “La raza y el clima son, para nosotros, causa evidente de inferioridad orgánica si nos comparamos con la población de los países septentrionales; y para neutralizar en lo posible tal enfermedad no veo sino un paliativo: favorecer con la higiene, en todos los sentidos, la adaptación de una raza débil a un clima debilitante. Esto, mientras nuestros gobiernos no se decidan a administrarnos el único remedio salvador, que constituía en atraer a todo costo y derramar por esas montañas y llanuras unos cuantos millones de hombres más robustos y emprendedores”. Arriba: François-Hubert Drouais. 

Colección Pozueta del Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional.
Este proyecto se llevó a cabo en casi todos los países latinoamericanos, teniendo en cada uno de ellos un matiz característico de acuerdo a su contexto; pero básicamente, todos estaban impregnados de ese aire progresista y marcadamente positivista que se apoderó de la región. En el caso de Venezuela se ratifica el concepto de lo criollo, de lo mestizo, pero prácticamente se omite la importancia y significación histórica de lo negro y lo indígena; caso bien particular e incluso ejemplo para explicar el dominio de las clases dominantes en una sociedad, pues el 70 por ciento de la población era mulata. A este respecto, traemos a la discusión aquellas palabras escritas por Marx en la ideología alemana, a saber: “Las ideas del grupo dominante se vuelven las ideas dominantes de una sociedad”. En este sentido, y siguiendo a Amodio, podemos afirmar que “el pasado del grupo dominante (o lo que ellos eligen como su pasado) se vuelve el pasado dominante de una sociedad”. Para los intelectuales del siglo pasado lo “nativo”, en palabras de Iraida Vargas, esa parte “raigal de la sociedad y cultura venezolana, es vista como una de las causas más influyentes en el atraso social, cultural y tecnológico que debía ser identificada para poder superarla”.

Entonces, ya en términos más antropológicos, no es de extrañar que desde el gobierno y desde los intelectuales ganados  al proyecto de modernización y progreso, hagan transitar a los venezolanos por un profundo y radical proceso de alteridad, donde es necesaria la desnacionalización de la cultura como medio para alcanzar el progreso.

Estas consideraciones, que según los autores  revisados, fueron muy corrientes en el pensamiento latinoamericano ya sean expresadas de una manera directa y cruda o por medio de planteamientos más sutiles, constituyeron un planteamiento racista que se prolonga incluso hasta nuestros días. De igual forma sirvieron de fundamento para la creación de estereotipos y de una imagen de la población venezolana, que tendrían una influencia negativa sobre la sociedad.