La denominada Primera República, fundamentada en la declaración de la independencia del 5 de julio de 1811, arrastró consigo diversos problemas políticos, económicos, militares y sociales. Acumulados estos en medio de una coyuntura azarosa, se hicieron incontrolables y propiciaron su caída en julio de 1812.
En primer lugar, al constituirse la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII en abril de 1810, las provincias de Coro, Maracaibo y Guayana no se sumaron al nuevo orden establecido en Caracas y continuaron plegadas a los dictámenes del gobierno español, igual hecho sucedió al momento de declararse la independencia definitiva.
Esta situación fue la causa generadora del primer enfrentamiento militar entre los bandos patriota y realista. En efecto, en el mes de noviembre de 1810, el marqués Francisco Rodríguez del Toro, enviado por la Junta Suprema de Caracas, intentó —sin mucho éxito— anexar a la causa republicana a la ciudad de Maracaibo. Se sumaron a este panorama conflictivo la frágil unidad cívico-militar del gobierno criollo, la creciente crisis económica, la inexperiencia bélica y el terremoto del 26 de marzo de 1812. La confluencia de todos estos factores contribuyó de alguna u otra forma a la finalización del primer intento de creación de un Estado independiente en Venezuela.
El catastrófico Jueves Santo
El 26 de marzo de 1812, Caracas y otras ciudades importantes de Venezuela fueron estremecidas por un cruento terremoto que dejó alrededor de 10 mil fallecidos. Este hecho sería utilizado por la Iglesia católica para manipular al pueblo. Según el clero, aquel sismo trágico había sido un castigo divino por haber tomado el camino de la rebelión. Así llegaba la tesis punitiva a blandir las conciencias para usufructuarlas a favor de la monarquía española. Pese que el gobierno obligó al arzobispo Narciso Coll y Prat a dictar una pastoral dirigida a todos los venezolanos donde se le demostrara que los fenómenos naturales no eran producidos por la ira de Dios, la Iglesia siguió sacando partido de ello a lo largo y ancho del país.
El terremoto se constituyó en un factor negativo para el sostenimiento del Estado. Dos guarniciones militares, la de Barquisimeto y San Felipe, fueron parcialmente destruidas. Los realistas, que ya venían sosteniendo enfrentamientos contra los patriotas desde el 17 de marzo de 1812, aprovecharon al máximo la coyuntura del desastre para repotenciarse. Este resurgimiento del enemigo español estuvo encabezado, desde el occidente del país, por el oficial de la Marina de Guerra, Domingo de Monteverde.
Francisco de Miranda
Ante el avance español desde Coro hacia el centro del país, el Poder Ejecutivo de la república depositaría, el 10 de abril de 1812, en manos del general Francisco de Miranda las riendas del ejército independiente. La meta: frenar a los contingentes enemigos en la ciudad de Valencia para impedir el acceso a Caracas. El 23 del mismo mes, Miranda recibió el cargo de jefe de las Armas de la Confederación Venezolana, maniobra que le daba poderes dictatoriales en aquellos cruciales momentos. Las tropas carecían de las más elementales condiciones para una guerra inminente y a Miranda le resultó imposible obtener la cantidad de pertrechos y recursos necesarios para vencer.
Ante el avance español desde Coro hacia el centro del país, el Poder Ejecutivo de la república depositaría, el 10 de abril de 1812, en manos del general Francisco de Miranda las riendas del ejército independiente. La meta: frenar a los contingentes enemigos en la ciudad de Valencia para impedir el acceso a Caracas. El 23 del mismo mes, Miranda recibió el cargo de jefe de las Armas de la Confederación Venezolana, maniobra que le daba poderes dictatoriales en aquellos cruciales momentos. Las tropas carecían de las más elementales condiciones para una guerra inminente y a Miranda le resultó imposible obtener la cantidad de pertrechos y recursos necesarios para vencer.
Su designación como jefe supremo no fue del agrado del patriciado caraqueño. Recordemos que por más de tres décadas fue un perseguido político del gobierno español y tildado incluso de traidor en otros tiempos por algunos de los sujetos con los cuales ahora compartía el poder (el marqués del Toro y Juan Germán Roscio, entre otros personajes.) En su contra se desarrollaron variadas intrigas, evidenciándose una falta de unidad en torno a su mando.
Cuando se sancionó la Ley Marcial el 14 de mayo de 1812, en la cual se aprobaba la liberación de los esclavos para enfilarlos a combatir contra la monarquía, la clase terrateniente y hacendada puso el grito en el cielo. Pronto aquel temor social se amalgamó en torno a la figura de Miranda, colocándolo como un sujeto detestable y vehemente. Se creó así un clima desfavorable al ejército patrio que tarde o temprano jugaría en su contra.
Una mala jugada
El avance del ejército del general Domingo de Monteverde comenzó el 10 de marzo de 1812, trazando una línea en dirección hacia el centro de Venezuela. Con tropas otorgadas por la gobernación rebelde de Coro, Monteverde ocupó sucesivamente Siquisique, Carora, El Tocuyo, Quíbor, Barquisimeto y Cabudare. En el mismo mes, Monteverde designó al capitán Francisco Mármol la tarea de someter a la población de Araure. Para ello recibió ayuda de una gran cantidad de efectivos del ejército patriota que había desertado; luego, con tan solo 600 hombres, la avanzada realista tomó fácilmente la ciudad de San Carlos. En estas maniobras se evidenció la falta de experiencia, la indisciplina y la escasez de armas y materiales en el bando republicano.
En Valencia, el general Miranda había designado al coronel Miguel Ustáriz como jefe de la guarnición para partir hacia Caracas con la idea de engrosar a sus alicaídas tropas. Aquella jugada estratégica sería la gota que derramaría el vaso: Ustáriz, inexperto en aquellas lides, abandonaría la ciudad. El 1 de mayo, Miranda al fin pudo salir de Caracas con un importante contingente de tropas. Pero era demasiado tarde: Valencia, plaza de peso en el ajedrez del centro y occidente del país, estaba en manos del enemigo.
Capitulación final
La situación del Estado republicano instalado en Caracas se hizo insostenible luego de la pérdida del bastión de Puerto Cabello. Se acrecentó aún más la crisis con la emisión del papel moneda entre junio y julio de 1812, ya que esta política fiscal no fue capaz de generar confianza entre los sectores más amplios de la población y se generaron desórdenes de todo tipo. Por ejemplo, los soldados se negaban recibir su paga en dicho papel. De allí que la indisciplina y las deserciones estaban a la orden del día. Todo este conglomerado de situaciones llevó al general Miranda a consultar con el Ejecutivo Federal la posibilidad de una negociación para evitar la guerra civil y un mayor derramamiento de sangre.
Esta petición fue aceptada y las negociaciones sellevaron a cabo entre el 12 y el 28 de julio. Luego de una serie de intercambios de correspondencia entre ambos ejércitos, se concluyó en un documento final con un total de 11 estipulaciones. Ambas partes firmarían la capitulación en San Mateo el 24 de julio de 1812. Así concluiría el primer ensayo republicano, lo cual no evitaría que el pueblo volviera a levantarse en favor de la libertad un año más tarde.