A.O: Haciendo un breve repaso de lo que ha sido nuestra historia político social y cultural, ¿cuál es su visión acerca de esa concepción estereotipada que se ha elaborado del venezolano?, ¿dónde se encuentran sus raíces históricas, políticas, económicas, ideológicas y religiosas?
Luís Britto: El positivismo de Indias ha creado una visión negativa del venezolano, de acuerdo con la cual seríamos racialmente inferiores por descender de indígenas, africanos y españoles o de la mezcla de ellos, y deberíamos ser sustituidos con inmigración europea. Esta visión, que Laureano Vallenilla Lanz planteó en Cesarismo Democrático, fue adoptada sin más por la dictadura perezjimenista, pero también por Acción Democrática, y quizá perdura hasta el presente en diversos aparatos ideológicos.
A.O: ¿Qué papel ha jugado en esta construcción o reforzamiento de significados negativos sobre nuestra identidad y auto-percepciones, el hecho de ser un país monoproductor petrolero?
L.B: Los países y empresas interesadas en apoderarse de nuestro petróleo han favorecido el mito de que éste sería un “excremento del Diablo”, del cual debemos librarnos con la mayor rapidez posible para dejar de ser “rentistas”. Quienes así opinan ignoran que la Teoría de la Renta desarrollada por David Ricardo considera rentas sólo las que derivan de medios que pueden renovar su capacidad productiva, tales como la tierra o el trabajo, y que no se puede calificar como renta el producto de la venta de un activo no renovable, como el petróleo.
A:O: ¿Cuál ha sido la actuación de los entes u organismos pertenecientes al entramado social como la escuela, la familia, los medios de comunicación, las diversas instituciones gubernamentales, los partidos políticos, etc., en este proceso de construcción de nuestra identidad?
L.B: En líneas generales, han reproducido la concepción negativa sobre una supuesta inferioridad étnica o cultural del venezolano.
A.O: Arnaldo Esté, habla de un filing tropical (ámbito ecológico tropical) que según él determina nuestra manera de ser y que debe ser tomado en cuenta para nuestros procesos de formación y programas educativos, los cuales han respondido a un concepto predominantemente occidental del desarrollo, partiendo fundamentalmente de un desarrollo de tipo industrial tecnológico. ¿Cómo ha influido esta concepción occidentalizada en nuestra auto-percepción y, consecuentemente, en nuestros impulsos para asumir nuestros procesos de desarrollo como pueblo soberano? ¿Cómo define Luis Britto ‘desarrollo’?
L.B: Gran parte de los venezolanos pertenecemos al ámbito de lo que fue la cultura Caribe, que conforma un área comprendida entre los dos trópicos, desde el río Xingú, al sur del Amazonas, en Brasil, hasta Puerto Rico. Sobre esa base, constituida por culturas originarias igualitarias, se ha añadido un complejo mestizaje biológico y cultural. Nuestra concepción de desarrollo hasta ahora ha remedado la eurocéntrica y se define como aprovechamiento irrestricto de todos los recursos naturales para satisfacer necesidades potencialmente infinitas definidas por los aparatos ideológicos que incentivan el incremento ilimitado del consumo.
A.O: Por otro lado, Uslar Pietri planteaba que en nuestros países hacía falta más tecnología para poder alcanzar un mayor desarrollo. No obstante, esa tecnología no se podía importar sólo como una mercancía sino que debía ser el resultado de actitudes mentales y hábitos de investigación. Por lo tanto, los países en vías de desarrollo deberían transferir a su realidad particular esos hábitos de trabajo y esa organización mental, es decir, imitar a los países occidentales industrializados para así alcanzar sus niveles. Estos pensadores, entre muchos otros, de una u otra manera han contribuido con la conformación del concepto que tenemos de nosotros mismos. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cómo neutralizar estas visiones tan arraigadas en nuestro pensamiento y nuestras acciones?
L.B: Yo nunca he visto pueblo que trabaje más y en condiciones más difíciles que el venezolano. En los países industrializados el ritmo de trabajo no es tan feroz, quizá deberían imitar nuestros hábitos de trabajo. Debemos definir nuestros propios objetivos, nuestra propia tecnología para alcanzarlos, nuestros ritmos de trabajo para lograrlos.
A.O: ¿Qué se debería reforzar en nuestra autoimagen para favorecer la autonomía cultural de nuestra sociedad, tomando en cuenta el peso ideológico de la colonización europea y norteamericana?
L.B: “Conviértete en ti mismo”, decía Nietzsche. Hasta ahora se nos ha enseñado a remedar a los demás. Resultado de ello es la infinidad de venezolanos desesperados por tener un pasaporte de otro país a su nombre. Debemos de dejar de pedirle permiso a los demás para pensar, y sobre todo, de pensar que ser otros es mejor que ser nosotros mismos.
A.O: En nuestra conformación como pueblo venezolano, el sincretismo cultural ha sido un factor esencial y de suma importancia. En este sentido, el sincretismo cultural puede manifestar aspectos positivos, cuando resulta unificador y potencia creencias y prácticas sociales diversas, o puede resultar negativo si se superponen esos códigos y en consecuencia se sofoca la multiplicidad, la diversidad, la pluralidad. ¿Qué reflexión pudiese hacer sobre la construcción de nuestra identidad y nuestra auto-percepción, a partir del sincretismo cultural?
L.B: Me planteas una pregunta que sólo podría resolver una enciclopedia. Tengo un texto en construcción de unas ochocientas páginas sobre la cultura de nuestro país. Considero que la posibilidad de agregar contenidos culturales e integrarlos es positiva. Rechazo la pretensión de que cualquier diferencia cultural constituya a unos venezolanos en pueblos distintos de otros, y abomino como racista de cualquier pretensión de fundar esas diferencias en supuestas peculiaridades genéticas.
A.O: Hablemos brevemente sobre la Teología de la Liberación. ¿Considera que siguen teniendo vigencia los postulados de la Teología de la Liberación? ¿Favorecieron sus ideas la construcción de lo que es nuestra identidad socio-religiosa actual en América latina y en Venezuela en particular?
L.B: La Teología de la Liberación acercó un poco a cierta Iglesia al Pueblo. A mí lo que me interesa es la Liberación de la Teología.
A.O: En aras de este nuevo socialismo del siglo XXI, se están planteando nuevos caminos, otras formas de vernos, de asumirnos, de actuar y de relacionarnos como venezolanos y como latinoamericanos. En este sentido, ¿hacia dónde vamos en la construcción de una nueva identidad que nos deslastre de la mirada ajena, de falsos estereotipos y prejuicios, que nos suba la auto-estima, y que despoje de percepciones erradas al imaginario colectivo nacional?
L.B: Esa tarea corresponde a nuestros creadores. La identidad se construye en un proceso continuo. El proceso debe respetar y valorizar a sus creadores, a sus intelectuales, a sus artistas, que son los productores de sentido. Si el proceso los apoya, les facilitará su tarea. Pero si no los apoya, de todos modos la cumplirán. Se puede juzgar a un movimiento político o social por el lugar que le acuerda a sus intelectuales y creadores. No hay proceso revolucionario sin arte revolucionario. Y éste lo hacen los creadores, y no los burócratas.